Una reflexión sobre la esperanza, la paz y el legado del cambio.
Después de más de 200 años de gobiernos de derecha la firma del Acuerdo Final de Paz abrió la puerta a la posibilidad de un gobierno alternativo y progresista. Surgió entonces el fenómeno Petro: sí, el mismo que nos hizo volver a soñar, que encendió la esperanza y nos mostró que otro destino para Colombia sí es posible.
Petro: el político que dividió a las elites y unió a millones de colombianos cansados de la injusticia. El que encendió la llama de una generación que se negó a seguir viviendo entre el miedo y la resignación. El que, con todas sus contradicciones humanas, nos hizo creer que otro destino era posible.
Colombia ha vivido épocas oscuras, las guerras y sus nefastas consecuencias: desplazamientos masivos, despojo de tierras, casi diez millones de víctimas, hogares destruidos y un tejido social profundamente fracturado. Jóvenes inocentes fueron asesinados por el Estado y presentados falsamente como guerrilleros. Sin embargo, con el fenómeno Petro, Colombia empieza a abrirse paso hacia la verdad, la justicia y la esperanza de un cambio real.
Nosotros, los más de 13 mil firmantes de Paz que un día fuimos parte activa del conflicto, hoy trabajamos incansablemente por la construcción de una Paz duradera. Nuestro compromiso está en la reconciliación, la reparación integral, la búsqueda de las personas desaparecidas, la verdad y las garantías de no repetición.
Contribuimos a la reconstrucción del tejido social y a la preservación de la memoria histórica para sanar las heridas del pasado. Todo ello con la convicción de seguir impulsando la continuidad del proyecto transformador que encarna el Presidente Gustavo Petro: la construcción de una sociedad justa, democrática y profundamente comprometida con la paz.
Desde el Congreso, donde he tenido el honor de servir durante siete años, seguiré defendiendo esa causa. No desde los privilegios, sino desde el territorio, desde la gente, desde las calles donde la paz se construye con manos humildes. No bajaré la guardia porque la guerra se derrota con persistencia, con verdad y con dignidad.
El destino de Colombia es la paz, nunca más la guerra.