El Congreso: el tránsito de la guerra a la paz
Este 20 de julio se reinician las labores legislativas. Es el tercer periodo de este cuatrienio. Una legislatura que tiene la enorme tarea de debatir y aprobar las reformas del cambio en las que no hemos logrado avanzar rápidamente. Reformas que le den a la sociedad elementos y herramientas para el diario vivir, no esas normas basura que nadie conoce, que se quedan en el papel y en los anaqueles del congreso. ¿Cuántas leyes se han aprobado sin que el pueblo las conozca? Entonces, como Congreso, deberíamos empezar por hacer una pedagogía legislativa a la ciudadanía.
En ese orden de ideas, se debe abordar con seriedad los temas de paz y digo los temas de paz, porque uno de los primeros pasos que este Congreso tiene que dar, es legislar para La Paz y transitar de la guerra a la paz. Y no lo escribo porque ahí se den batallas o combates, allí se ven esos discursos vacíos, sin argumentos, llenos de odio y estigmatizaciones, de mentiras, de insultos, de descalificaciones, entre otros. A veces pienso que es una lástima que de unas mentes que se muestran como “brillantes”, broten semejantes balas disfrazadas de palabras.
Hablo de paz porque no es solo la ausencia de la guerra, de la violencia, de la estigmatización, de los discursos llenos de odio, sino de crear las condiciones que permitan a todos los ciudadanos y ciudadanas vivir bien, con empatía y en armonía. Es por eso, que la tarea del Congreso es facilitar, a través de las normas, esas herramientas a las comunidades más vulnerables, a las regiones históricamente abandonadas, a los jóvenes, a las mujeres, a las comunidades étnicas, a la población sexo diversa, a las víctimas. Esa es la paz, la paz son derechos, la paz es dignidad.
El Acuerdo Final de Paz, está compuesto por una serie de acuerdos unidos el uno con el otro, con un mismo enfoque de derechos y con ellos se pretende contribuir a las transformaciones necesarias para sentar las bases de una paz estable y duradera; de ahí que también es un acuerdo especial. No es un regalo. Es la suma de las justas luchas de los diferentes procesos sociales durante décadas. Es la suma de las luchas campesinas e indígenas. Es una obra transformadora, es una herramienta política que servirá de base para la sociedad colombiana.
Entonces, si el Congreso tiene la voluntad política, si se hace el transito necesario para el bien de Colombia, para su gente, si tiene sentido común como colectivo, se podría avanzar en la Implementación del Acuerdo de Paz. Solo si se despojan de los intereses particulares y pensando en una Nación más equitativa y justa. Tenemos que pensar y reflexionar que tal cual como está hoy Colombia no es posible transitar a un buen puerto, un puerto que se llame paz, que permita superar las causas que históricamente han originado el conflicto colombiano y en eso la tarea del Congreso de la República tiene un desafío enorme, trabajar en la construcción de la paz, y con la implementación del Acuerdo, estamos seguros de que Colombia dará un paso firme en esa búsqueda de la paz total, de la paz estable y duradera.